El perro de autismo es seleccionado y adiestrado para dar soporte físico y psicológico a niños con rasgos autistas. El objetivo técnico de estos perros es maximizar el control que el cuidador tiene sobre el niño y de esta forma permitir a la familia obtener un mayor grado de libertad, movilidad y tranquilidad.
El perro entrenado para trabajar con personas con rasgos autistas se prepara principalmente para evitar o interrumpir aquellas conductas que puedan resultar dañinas para el niño.
El perro de autismo vive en contacto estrecho con el niño de forma similar a otros perros de asistencia. En situaciones que requieren un mayor grado de control, el perro va atado a la cintura del niño mediante una correa de seguridad de 90 centímetros.
El mayor riesgo para el niño y la principal fuente de ansiedad para las familias son los comportamientos de fuga; en los que el niño se da a la fuga sin aviso alguno. La función del perro en estos casos es impedir que este avance ya sea tumbándose o acercándose al guía. Dentro de esta línea de adiestramiento también se entrena al perro para guiar al niño en la dirección el la que indique el guía y a mantener la dirección de marcha.
Los rasgos autistas también suelen incluir trastornos del sueño. Las personas con autismo suelen dormir pocas horas por noche y de forma interrumpida. Esto presenta una gran fuente de inquietud para las familias pues no saben como reaccionará el niño si despierta por la noche mientras ellos duermen. El perro entrenado para este fin, al detectar que el niño se ha incorporado, se dirige directamente al guía y le avisa rascándolo con la pata o pulsándolo con el morro.
Entre los rasgos autistas, también se encuentran comportamientos estereotipados como mecerse, darse cabezazos u otras conductas reiterativas. El perro de autismo se entrena para detectar los precursores de esta conducta o la conducta misma y establecer contacto con el niño para sacarlo de su ensimismamiento. El contacto consiste en tocar con el morro o la pata al niño de forma insistente hasta que deje de presentar la conducta indeseada.
El perro de autismo conlleva otros beneficios que no se encuentran tan directamente ligados con su adiestramiento, sino mas bien con la naturaleza intrínseca de la relación hombre-animal.
El niño autista no presenta, por lo general, rasgos físicos que lo diferencien de un niño sin discapacidad. Por esta razón, en situaciones sociales es muy posible que el niño sea mal interpretado como agresivo, mal educado, antisocial o delincuente. El simple hecho de ir unido a un perro que lleva su peto distintivo hace evidente que las conductas del niño se deben a un grado de discapacidad, y por lo tanto tienden a generar comprensión y empatía por parte del público en general.
La presencia del perro en situaciones sociales también sirve como un facilitador social, haciendo que la gente se acerque con mejor disposición al niño y su familia. Lo que por lo general redunda en una mejor integración social de la familia.
El perro en si, y el contacto estrecho entre el niño y el perro suelen tener un efecto tranquilizante para el menor. El perro suele funcionar como un “cable a tierra” que permite al niño permanecer mas tranquilo en situaciones que de otra forma lo hubiesen agobiado de forma irreversible. De esta forma, familias que antes de tener el perro no podían participar de situaciones sociales como ir a un restaurante, encuentran que con el perro junto al niño, este puede mantener un grado de autocontrol suficiente como para poder participar de todo tipo de eventos sociales. En muchos casos basta con pedir al niño que tome el asa del peto a tiempo, para que este se tranquilice y relaje.
El encontrarse unido al perro mediante el cordón de seguridad o tomado del asa tiene un efecto propioceptivo que ayuda al niño a mantener la tranquilidad y que mitiga la necesidad de este de entrar en conductas estereotipadas o inaceptables.
En muchos casos, el simple hecho de dormir junto al perro, o mejor aún en la misma cama; logran que el sueño del niño vaya haciéndose cada vez mas estable y duradero. Muchas veces, entrados unos meses de convivencia, el niño es capaz de dormir la noche completa de corrido.
El hecho de convivir íntimamente con el perro, consiste en que el niño se encuentra siempre acompañado. La presencia de este compañero suele poner al niño en un estado de mejor disposición ante los cambios, tareas y situaciones aversivas. La presencia del perro también se convierte en un elemento tranquilizador que le permite al niño conservar la calma en situaciones que, de otra forma, lo hubiesen alterado.
Por lo general, los niños con autismo que presentan agresividad hacia otras personas, no muestran agresividad con el perro. Con el tiempo, esta ausencia de agresividad hacia el perro se va extrapolando a otros miembros del grupo familiar y luego a las personas en general. Se podría decir que el niño aprende nuevas formas de contacto social que no pasan por la agresividad, producto del contacto con el perro.
COMO SE HACE UN PERRO DE AUTISMO
La adquisición del ejemplar
Las grandes escuelas de perros de asistencia cuentan con sus propios programas de cría en los que van seleccionando los ejemplares más destacados y criando con ellos. Estas escuelas cuentan también con una red de familias adoptivas que crían a los cachorros entre los dos meses y el año de vida. En este tiempo, la familia debe sacar mucho al perro a la calle y exponerlo ante distintas situaciones que el perro luego encontrará en su trabajo diario. El motivo de hacer esto es que el perro se habitúe a este tipo de situaciones y no muestre miedo o inseguridad ante nuevos ambientes.
Una vez que el perro cumple el año, éste vuelve a la escuela donde se comienza su entrenamiento. Un entrenador es asignado para enseñar al perro la obediencia básica (sentado, echado, quieto, ven aquí, caminar junto al guía sin tirar de la correa). Una vez que el perro ha aprendido su obediencia básica, pasa a manos de un instructor que le enseña las habilidades superiores (en este caso resistir las fugas, cortar estereotipias, dirigir al niño).
Para este tipo de trabajo se utilizan usualmente perros de raza Labrador Retriever o mezclas de Labrador Retriever con Golden Retriever. La razón para utilizar estas razas es su carencia de agresividad y su gran voluntad de trabajo.
En nuestro caso no es posible criar un cachorro desde los dos meses pues nadie nos garantiza que ese cachorro, inicialmente muy prometedor, vaya a convertirse en un perro con el temperamento y las habilidades adecuadas para desarrollar su trabajo de forma correcta. La tasa de éxito de las grandes escuelas se encuentra cerca del 50%, es decir que uno de cada dos perros criados en la escuela no llega a ser entregado a un usuario. Por este motivo debemos conseguir o comprar un Labrador Retriever de aproximadamente un año de edad que tenga mucho potencial. Se realizan test de personalidad y temperamento para medir el potencial del perro para realizar este trabajo y luego, si es apto, se procede a realizar un examen médico completo acompañado de radiografías de codos, hombros y caderas. Será fundamental no invertir tiempo entrenando un perro que luego no podrá trabajar producto de una enfermedad. Luego, este perro debe ser evaluado por un par de semanas en las más variadas situaciones para descartar que tenga problemas serios de conducta o fobias.
El entrenamiento
Una vez que estamos seguros que el perro cumple con los requisitos, comienza su entrenamiento. Este período debe durar aproximadamente 6-8 meses. Los primeros dos meses son fundamentalmente dedicados a la obediencia básica. Luego viene un período de 3 meses en el que al perro se le enseñan las habilidades superiores, y en los meses que quedan se aumenta la dificultad exigiendo al perro que realice las habilidades ante la presencia de distractores y en distintos ambientes.
El acoplamiento
El acoplamiento consiste en un taller vespertino, de dos horas diarias por dos semanas, en el que se le enseña a la familia y a los cuidadores del niño a manejar al perro y trabajar en conjunto con este. En este taller se enseñan desde los cuidados que requiere el perro, las leyes que amparan al perro de asistencia y su usuario, como trabajar con el perro, como responder ante las variadas situaciones que pueden suscitarse, etc… El taller de acoplamiento se realiza principalmente en una sala de clases convencional aunque también se hacen algunos días de salidas a la calle y otros días se trabaja en el domicilio del usuario.
La entrega
La ceremonia de entrega usualmente se realiza en una sala de eventos o en las instalaciones de la institución que coordina el proyecto. La ceremonia consiste en la entrega de las acreditaciones oficiales que permiten a la dupla acceder a lugares públicos y en la entrega del peto definitivo. Este peto identifica al perro de asistencia como una ayuda técnica para personas con discapacidad y lo diferencia de otros perros que son mascotas. La culminación de la ceremonia es cuando se le saca al perro el peto de entrenamiento y se le pone en peto definitivo.
Los seguimientos
Los seguimientos son visitas que el instructor realiza periódicamente para chequear que el trabajo del perro no se ha deteriorado. Durante el primer año, se realizan seguimientos cada tres meses. Del segundo año en adelante, los seguimientos se realizan cada seis meses. Sin perjuicio de esto, la familia deberá mantener al instructor informado de cualquier anomalía, y si esta constituye una amenza al entrenamiento del perro, a la seguridad del usuario o al bienestar del perro; el instructor deberá realizar una visita extraordinaria.
FUENTE: http://www.canis.cl/autismo.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario