
Boris Levinson, un psicólogo infantil estadounidense, es uno de los pioneros de esta técnica, pues en 1964 comenzó a introducir perros en sus terapias con niños autistas, quienes mostraron grandes mejoras en la interacción después de pasar un tiempo con los animales. La interacción con los animales induciría a un estado alterado de conciencia, ya que se desarrolla básicamente el trabajo con lenguaje no verbal.
Se ha demostrado que, a partir de la interacción con animales mansos, se puede mejorar la autoestima, la independencia y la confianza, además, sus estímulos ayudan a conseguir mejoras en aspectos como la motricidad, el desarrollo del lenguaje, habilidades cognitivas -de aprendizaje- y socio-afectivas y, además, potencian las capacidades para un mejor trabajo en equipo y la interacción entre personas, el sentimiento de soledad o la depresión.
FUENTE DE ENLACE: http://www.psiquiatria.com/noticias/tratamientos/psicoterapias/otras/48004/
Se ha demostrado que, a partir de la interacción con animales mansos, se puede mejorar la autoestima, la independencia y la confianza, además, sus estímulos ayudan a conseguir mejoras en aspectos como la motricidad, el desarrollo del lenguaje, habilidades cognitivas -de aprendizaje- y socio-afectivas y, además, potencian las capacidades para un mejor trabajo en equipo y la interacción entre personas, el sentimiento de soledad o la depresión.
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