miércoles, 28 de julio de 2010

UN PROYECTO D E VIDA , TERAPIA PARA VIVIRLA

Apacaf trabaja para mejorar el día a día de personas con trastornos del entorno autista planificando cursos estivales en su casa de la parroquia estradense de Berres

El paseo con los perros es una de las actividades cotidianas. // Bernabé / Luismy

PABLO COUSO - A ESTRADA En la parroquia estradense de Berres hay un lugar en donde el aflorar de los frutales, propio del verano, tiene un valor especial que no se puede medir con dinero. Se trata del centro que posee la Asociación de Pais de Persoas con Trastorno do Espectro Autista (Apacaf) y en el que desde el año 2005 residen personas con este tipo de discapacidades. Allí, una pequeña huerta próxima a la entrada de la finca constituye un nuevo "campo de batalla" para los ocho residentes con los que cuenta la casa.

La especificidad de estas discapacidades fue la principal causa para la proliferación de este tipo de centros, ya que antes las personas con autismo eran tratadas en otras entidades de naturaleza médica que no tenían el grado de especialización necesario para ayudarles con este tipo de trastornos. Sus efectos se clasifican en tres categorías como son la interacción social, la comunicación verbal y, en tercer lugar, modificaciones en el campo de la imaginación a la que están unidas las conductas repetitivas tan identificables con las actitudes asociadas al autismo.

Organizaciones como Apacaf trabajan por todo el mundo para mejorar las condiciones de vida de las personas con autismo, tal y como explica su presidenta, María José Ferradáns, cuando afirma que su intención es "ofrecerlles a estas persoas un proxecto de vida que se adapte ás súas potencialidades". En ello se centra el trabajo que se hace en Berres, donde además de actividades en los diferentes "obradoiros" o los trabajos en la huerta, procuran realizar las labores propias de la vida cotidiana. Así, se les ofrece la posibilidad de obtener una cierta independencia, haciendo cosas a las que las personas acostumbradas a una vida social considerada normal no suelen dar importancia, como son hacer la cama, preparar la comida, o lavar y tender la ropa. Cada uno de los residentes en el centro participa en la medida de sus posibilidades y para vigilarlos y alentarlos cuentan con la ayuda de las 14 personas que, por turnos, se encargan de su cuidado.

El verano está de visita también en este centro, donde del verde salen flores y de las caras sonrisas. Caras nuevas, también, con la llegada de compañeros que pasarán allí períodos de diez días para la realización de los campamentos estivales.

En Berres, las personas responsables del proyecto de Apacaf se mantienen firmes en su propósito de terapia ecológica basada en procurar la adaptación de un universo vital a las potencialidades de las personas que lo transitan.

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