jueves, 28 de enero de 2010

Botox para la parálisis cerebral

Nuevas directrices recomiendan al Botox para la parálisis cerebral. Expertos afirman que las inyecciones de este medicamento pueden reducir la espasticidad muscular.

En los niños y adolescentes que tienen parálisis cerebral, las inyecciones de toxina botulínica pueden ser un tratamiento efectivo para la espasticidad y la rigidez muscular que interfieren con el movimiento, de acuerdo con las nuevas directrices de la American Academy of Neurology y la Sociedad de Neurología Infantil.
Las directrices, que resultan de una revisión de las investigaciones disponibles sobre tratamientos farmacológicos para la parálisis cerebral, también señalaron que la toxina botulínica tipo A, conocida como Botox, es segura por lo general aunque implica algunos riesgos.

"En la revisión de este medicamento para tratar la espasticidad en los niños, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. investigaba casos aislados de debilidad generalizada después de usar la toxina botulínica tipo A para la espasticidad", dijo en un comunicado de prensa el Dr. Mauricio R. Delgado, del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas en Dallas y autor principal de las directrices.
Las directrices también recomendaron considerar el medicamento diazepam para el tratamiento a corto plazo de la espasticidad, aunque su uso se ha asociado a efectos secundarios generalizados. Otro medicamento, la tizanidina, también se podría usar aunque implica un riesgo de toxicidad hepática, de acuerdo con las directrices.
Delgado y sus colegas también analizaron otros tratamientos farmacológicos, pero concluyeron que no había pruebas suficientes para realizar una recomendación.
"Existe la urgente necesidad de realizar más investigaciones para establecer la efectividad de los tratamientos actuales para la espasticidad generalizada y para encontrar medicamentos adicionales más seguros y eficaces", apuntó Delgado.
La mayoría de los niños que sufren de parálisis cerebral tienen espasticidad. Aunque la enfermedad no tiene cura, tratar sus efectos mejora las capacidades del niño. Las directrices aparecen en la edición del 26 de enero de Neurology.

Fuente: American Academy of Neurology
miércoles 27 de enero de 2010

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