jueves, 4 de marzo de 2010

DEJAR DE SER INDIFERENTES

En la familia se enseñan los valores humanos; el amor a la Patria, el amor y el respeto a los demás, con el entendido que Patria encierra el sentimiento noble y leal hacia la gente y el suelo en donde nacemos. No se puede entender la identidad como Nación cuando no entendemos a la Patria como parte de nosotros mismos.

El amor y el respeto a los demás encierra principios básicos de la misma sobrevivencia de la sociedad, sin estos principios una sociedad no puede coexistir, convivir y vivir en tranquilidad. La intolerancia es por la falta del respeto a los demás. Una sociedad que no respeta a sus minorías étnicas, a sus minorías sexuales e incluso al sector de la sociedad de discapacitados, esta es una sociedad que no tiene uno de los principios básicos.

He visto la indiferencia de los que nos decimos “normales” y en ocasiones no nos importa apoyar a un invidente o un anciano para ayudarlo a cruzar la calle. No nos importa ver el abuso que cometen algunas autoridades o algún particular en contra de otras personas. No nos importa el sufrimiento de los niños maltratados por sus propios familiares. No nos importa el acabose de la naturaleza por la contaminación. Somos indiferentes a la injusticia social y somos egoístas. Hemos construido una sociedad ególatra e indiferente. La indiferencia ha sido el factor para que la violencia crezca y se convierta en “normal”, para que la pobreza exista y sea “normal” y para que la injusticia exista y sea “normal”. Todo es normal en una sociedad indiferente.

La falta de comprensión conduce al aislamiento y la marginalidad. El verdadero amor es posible exclusivamente mediante la práctica de la bondad. Hace un tiempo leí un libro que se titula, Lo bueno de ser bueno, donde los autores argumentan que a través de la bondad, despojándonos del individualismo y el narcisismo, podemos lograr alcanzar la realización personal. Si queremos que nos acepten debemos aceptar. Si queremos que nos valoren debemos valorar. Si queremos que nos hagan el bien debemos ser bondadosos. En la vida nada es casualidad, todo efecto tiene una causa. La comprensión es una actitud que nos acerca a los demás y nos hace tolerantes para encontrarnos como justificados y naturales las actitudes o sentimientos de otros.

Ya es hora de dejar de ser insensibles y es necesario cambiar el fondo y la forma de la mentalidad de esta sociedad, libre de prejuicios en contra de las “minorías”. Que la indiferencia no nos haga esclavos de nuestro dolor mismo; es necesario crear una nueva sociedad en donde nuestros niños crezcan en libertad, en medio de la tolerancia, la cultura y la educación.

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