lunes, 15 de marzo de 2010

Prejuicio, discriminación, sometimiento... y violencia

DISCAPACIDAD

Madrid, 14 mar. (COLPISA, M. M.)

La socialización de la mujer con discapacidad intelectual puede ser clave para prevenir la violencia machista, y a la inversa, la dificultad de conseguirla y su dependencia “abre una ventana para el maltrato”. La voz de alerta la dio Lorenzo Navarrete, decano del Colegio de Ciencias Políticas y Sociología de Madrid, que la situó en dos planos: el sistema educativo, que “está socializando mal” desde el momento en que el propio concepto de “educación especial ya conlleva un prejuicio”, y la “discriminación estructural en el trabajo”, donde la tasa de actividad femenina es inferior a la masculina.

A ello se suma la materialización de estereotipos de género en el ámbito hogareño, donde casi el 80% de las mujeres con discapacidad dedica hasta 30 horas semanales a tareas domésticas y de cuidado de otras personas; el 15% emplea entre 31 y 60 horas. Ese “nivel de sometimiento y falta de autonomía” es un factor de riesgo de abusos, añadió el experto, que precisó que el maltrato “va subiendo con la edad y con el tipo de discapacidad, hasta alcanzar niveles altísimos en las mujeres con discapacidad intelectual”.

Según Navarrete, los principales maltratadores son parejas y ex parejas, compañeros de trabajo y familiares directos, y sus abusos más frecuentes son coacciones y vejaciones. El 58% de la violencia machista se relaciona con valores culturales asociados a la discapacidad, como la estigmatización y la restricción de libertades, mientras el 13,5% se manifiesta en maltrato físico y sexual frecuente. Frente a ello, las denuncias son bajísimas (5,9%), y tal pasividad se justifica sobre todo por miedo y amenazas (57%) y por dependencia emocional (20%).


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