Mª JOSÉ VELASCO, TETRAPLÉJICA
"Si iba a vivir con una discapacidad, debía ser la mejor vida posible"
Carmelo López-Arias
Padeció una lesión medular a los 15 años, y no se amilanó. Era la única estudiante en silla de ruedas, pero concluyó la carrera y la posibilidad de trabajar le ha abierto una nueva puerta.
23 de diciembre de 2009
Esquivando el destino (LibrosLibres), de María Luz G. Sevilla, recoge entre otros el testimonio de María José Velasco.
Una broma entre amigos, un tirarse de cabeza al agua de un pantano... y la vida cambió radicalmente para María José Velasco cuando sólo tenía 15 años. Eso fue en 1993, y en aquel verano hasta diecisiete jóvenes padecieron el mismo accidente con el mismo resultado: lesión medular, que a María José, afectada en C4, le produjo una tetraplejia casi total. Sólo puede mover mínimamente un brazo, pero su empuje vital es mucho más fuerte que su discapacidad.
Aprendiz de bulldozer
"Mi consigna es seguir adelante. Me defino como una superviviente", nos comenta: "Cuando tuve el accidente tenía quince años, y mis padres y yo teníamos unos planes para mí: estudiar, desarrollar un futuro profesional... Pues bien, todo eso se ha hecho, las metas se han cumplido, sólo que en un tiempo más prolongado".
Su voz es vivaz y alegre; la conversación, rápida y electrizante, propia de quien tiene ya mucho hecho, pero aún mucho más proyectado. Porque las circunstancias fueron difíciles: la separación de sus padres, el fallecimiento de su madre, un doble cambio de domicilio... Pero concluyó el bachillerato yendo a clase por las noches, entró en la universidad y el año pasado se licenció en Dirección y Administración de Empresas. No ahorra palabras de agradecimiento a su padre, cuyo apoyo fue y es continuo y decisivo: "Es un bulldozer, y yo una aprendiz de bulldozer porque mi personalidad se ha formado con él".
Los primeros tiempos tras la lesión fueron decisivos. Nos sorprende con su respuesta tajante cuando le preguntamos por su peor momento y cómo salió de él: "En realidad nunca tuve un peor momento. Sí, pasé tres días muy malos, los tres primeros, porque me costó mucho aceptarlo. Pero luego pensé que si me había tocado vivir esa vida, si iba a vivir con una discapacidad, debía ser la mejor vida posible".
Toledo, donde conviven la desgracia y la esperanza
A ese "cambio de chip" contribuyó de forma decisiva el personal del hospital de parapléjicos de Toledo, donde pasó ocho meses y cuatro días. "Te ponen las pilas. Suelo decir que son unos máquinas. Es un equipo profesional excepcional, todos: celadores, auxiliares, enfermeros, fisioterapeutas... Te tienen que preparar para un cambio de vida total. De ser independiente, pasas a dejar de serlo. Todavía, si eres parapléjico, algo de independencia tienes, pero si eres tetrapléjico... lo tienes crudo".
En Toledo convive con la desgracia un hecho positivo. La desgracia es que la mayor parte de los ingresados son jóvenes que han padecido un accidente de tráfico ("aunque también había lesiones por causas muy raras, cualquiera puede sufrir una lesión medular", precisa María José). El hecho positivo es que eso genera un ambiente "buenísimo": "No es un hospital normal. Yo compartía habitación con una parapléjica, y por la noche siempre había gente", lesionados con posibilidad de desplazamiento que hacían compañía a quienes se veían impedidos para moverse por sí mismos.
Barreras físicas y sociales
Actualmente María José vive en una residencia con el cariño infatigable de su padre, de sus amigos y amigas, y sobre todo de su pareja, Jose, parapléjico, su báculo personal y material. Y ha querido prestar este testimonio por una única razón: "Si puedo ayudar a alguien a pensar que la vida no se acaba en una silla de ruedas, encantada. Que sepan que en la vida se sale adelante. Pero no sólo quien esté en una silla de ruedas: de cualquier problema se sale adelante".
Destaca que las barreras son, sin embargo, muchas. En el caso de las llamadas barreras arquitectónicas se ha avanzado, pero queda camino por recorrer: "Los centros comerciales están adaptados, pero si quieres salir por la noche, muchos bares no lo están. Y el transporte público es una locura: hay rampas, pero muchas veces no funcionan o las manejan mal. El pasado 3 de diciembre, Día Internacional de las Personas con Discapacidad, participé en un taller de radio hablando precisamente de esto, de esas pequeñas cosas que sólo los discapacitados apreciamos".
Luego hay una cuestión de mentalidad, porque "la sociedad no está acostumbrada a que una persona en una silla de ruedas haga una vida normal. Hay que cambiar la percepción de la gente en el sentido de que no somos bichos raros: salimos y hacemos nuestra vida".
Las claves: formación y trabajo
Apunta que ella era la única alumna en silla de ruedas en su facultad, y nos facilita un dato a tener en cuenta, y es que menos del 5% de los discapacitados acceden a formación superior: "Y sin embargo, ésa es nuestra gran baza profesional, porque intelectualmente podemos competir con los demás, sólo necesitamos una adaptación en el puesto de trabajo".
En su caso, mínima: una simple mesa de un metro de altura para poder manejar con la boca el punzón con el que escribe en su ordenador. A través de la Fundación Integra ha conseguido un puesto de trabajo en Indra, y lleva en su residencia una jornada laboral normal gestionando parte de la facturación de la compañía.
En ese sentido, da este consejo a cualquier empresario que esté valorando el currículum de una persona en su situación, y tenga dudas: "Le diría que no se fije en la discapacidad, sino en la persona. Si se da la prioridad a la persona y un voto de confianza, el resto es solamente adaptar el puesto de trabajo".
María José prestó su testimonio a María Luz G. Sevilla para unirlo al de otros casos de superación personal en un volumen impactante: Esquivando el destino. Así que le pedimos que remate la entrevista concedida a El Semanal Digital con unas palabras para quienes puedan necesitar justo eso, dejar atrás malos momentos y pasar por encima de las dificultades: "Tira para adelante. Vendrán tiempos mejores. Las cosas te costarán más, pero se trata sólo de marcarse metas pequeñitas, una tras otra. El horizonte está lejos, pero paso a paso lo alcanzas".
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