viernes, 4 de diciembre de 2009

"El núcleo familiar no espera vivir esta situación; en un matrimonio, casi siempre es el hombre quien no acepta haber procreado un ser con discapacidad (casi en 80% de los casos), culpa a la mujer e incluso termina abandonado el hogar...

DISCAPACIDAD, POR UN MUNDO DE IGUALDAD

Quedan muchas cuentas pendientes de la sociedad hacia la gente con alguna discapacidad, pero la más importante es, quizá, la oportunidad de dar y recibir un trato de igual a igual.

El 3 de diciembre fue establecido como el Día internacional de las personas con discapacidad según una resolución de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), luego de que este organismo internacional dedicara una década a las personas con algún impedimento (1983-1992) a fin de que gobiernos y población civil tomaran conciencia sobre este tema y se adoptaran medidas que permitieran un trato igualitario.

Sin embargo, dichos acuerdos son escasamente respetados y la sociedad en su conjunto aún no se ha sensibilizado respecto a la gente discapacitada, aquella que por lesión adquirida (ocasionada por accidentes, enfermedades o contaminación ambiental) o problemas congénitos (de nacimiento) ha perdido la capacidad para realizar ciertos trabajos, movimientos u otras actividades, de modo que se ignoran sus necesidades en materia de salud o educación, pero también su potencial en lo productivo, creativo o afectivo.

La deuda es mayor si consideramos que se calcula que el número de personas con discapacidad en todo el mundo asciende a 600 millones, que la mayoría reside en países en vía de desarrollo y que 82% de la población total en esta condición vive en la pobreza. Las cifras sobre la incidencia de esta condición en México es contradictoria, pues mientras la ONU reporta que entre 9 y 13% de la población mexicana vive con una o varias incapacidades (entre 8.7 y 12.6 millones de individuos), otros cálculos, como el censo de población del año 2000, reportan 2.1 millones de personas en idéntica condición.

De acuerdo con Judith Xóchitl Pastrana Rangel, licenciada en psicología con 20 años de experiencia en la materia y directora educativa del Grupo Latinoamericano de Rehabilitación Profesional, capítulo México (Glarp), el origen de esta contradicción se debe a un problema de sensibilización social, pues aún no se ha definido con claridad "a qué llamamos discapacidad y a qué no; nos falta mucha información, por ejemplo, hay quienes consideran en esta categoría a todos los adultos mayores, tengan o no algún problema por su edad avanzada, como demencia senil o mal de Alzheimer".

Asimismo, señala la también egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana, existe gran cantidad de variables sobre las que no hay consenso ni registro fiable, es decir, no hay datos respecto a gente que desarrolla padecimientos, como glaucoma, que pudieran ocasionar discapacidad (en este caso deterioro de la visión), o a que hay cifras que sólo consideran a algunos tipos de discapacidad y no a los cinco en su conjunto: visual, auditiva, del habla, física y mental.

Deudas sociales Los vacíos en las cifras son sólo el reflejo de la desatención que este tema tiene en México y el mundo, y deja entrever los efectos de prejuicios, ignorancia, comunicación deficiente y otros factores que inciden, sobre todo en el núcleo primordial de las personas con debilidad visual, problemas de audición, de lenguaje, deficiencia mental, ceguera, síndrome de Down, parálisis cerebral, mudez o alguna otra imposibilidad: la familia, a la que Xóchitl Pastrana considera "la primer fortaleza o la peor debilidad".

Ahonda: "El núcleo familiar no espera vivir esta situación; en un matrimonio, casi siempre es el hombre quien no acepta haber procreado un ser con discapacidad (casi en 80% de los casos), culpa a la mujer e incluso termina abandonado el hogar. La madre debe entonces hacer doble esfuerzo, convertirse en enfermera y terapeuta además de desempeñar un trabajo para sacar adelante a sus hijos".

En otros casos, comenta, la pareja acepta la discapacidad, se tiene el apoyo mutuo y uno de los padres se dedica a las terapias mientras otro da el sustento, pero aún en estos casos ocurre que "esconden" al pequeño cuando hay visitas o sus otros hijos evitan llevar amigos a casa para que no vean a su hermano. A este respecto, comenta que el núcleo hogareño "requiere más sensibilización y no pensar que se trata de un castigo de Dios; al contrario, puede ser una bendición, pues aunque es algo muy drástico, así como puede separar, también puede unir fuertemente a la familia".

En lo social, se sabe que las dificultades más frecuentes son discriminación, exclusión o explotación laboral (se les paga menos, carecen de atención médica y no reciben prestaciones), mínimo respeto a sus derechos y escasez de servicios públicos adecuados a su condición, en tanto que sus demandas principales son tener acceso a salud, educación, capacitación, empleo, transporte que responda a sus necesidades, rampas en banquetas, comunicación de igual a igual o promoción en deporte, cultura y recreación.

Y aunque en algunas medidas se han dado avances, falta todavía mucho en cuanto a sensibilización y constancia. Por ejemplo, a pesar de que hay autobuses especiales para estas personas, sus rutas sólo recorren avenidas importantes, ignorando la vialidad en la periferia, que es donde vive la gente más vulnerable; asimismo, acota Xóchitl Pastrana, "¿de qué sirve que en los estacionamientos de los centros comerciales existan cajones para personas con discapacidad, si siempre está puesta una cadena para bloquearlos, pero no hay policía que la quite?"

¿Cómo actuar?Actualmente, la integración normalizada de un individuo con discapacidad en la sociedad mexicana requiere del apoyo y participación de múltiples entidades, tales como organizaciones no gubernamentales, asociaciones de personas con incapacidad, instituciones de formación profesional que les ayuden a conseguir empleo, y programas públicos, de salud, seguridad social y educación, y de las empresas; en otras palabras, exige una respuesta global a un problema complejo y de múltiples variables.

"La persona con discapacidad y su familia -ahonda Pastrana Rangel- requiere del apoyo de todos estos organismos para lograr la equidad de oportunidades. De verdad es una labor titánica conseguir la integración social, obtener rehabilitación profesional, contar con apoyos y un empleo dignos".

En cuanto a la disposición de la sociedad civil, comenta que es muy importante que "no limitemos a la gente. Si vemos a un ciego creemos que no puede hacer nada, siendo que se traslada increíblemente en el Metro, con su computadora parlante hace cursos de capacitación, o trabaja con una sierra haciendo muebles; ellos no tienen limitantes y se esfuerzan 2 ó 3 veces más que una persona normal. Esta actitud no se debe reservar sólo al 3 de diciembre, tiene que ser continua y basarse en un trato de igual a igual".

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